Hola! Hoy te vamos a presentar a Priya, nuestra perra rescatada. Superó muchos obstáculos a lo largo de su corta vida pero ahora, forma parte de nuestra familia y está a salvo. Si tuviéramos que describirla ahora diríamos que es una bolita blanca torcida llena de energía con pelitos muy cortos, unas orejas bastante grandes, unos dientes bien afilados y una cola que no para de moverse. Pero no siempre ha sido así…
Desde que Meko se fue, se ha quedado en nuestros corazones un vacío enorme que intentamos rellenar ayudando a los perros callejeros de los cuales Priya. En nuestras mentes, sabíamos que tarde o temprano, otro perrito entraría en nuestras vidas. La vida hizo que nuestros caminos se cruzaron con el suyo cuando ella más lo necesitaba. Así empezó todo, así es como decidimos que Priya sería nuestra perra. Sigue leyendo, te contamos la historia de Priya, porque decidimos adoptarla a ella y sus primeros meses con nosotros.
De la calle a una casa
Priya vivía junto con otros 20 perros más, en un almacén de material de construcción a unos 12 kilómetros de casa. Los descubrí cuando dos de ellos cruzaron la carretera en frente mía a finales del 2017. De los 20, algunos son perros callejeros, otros son mascotas de los trabajadores birmanos la mayoría. Te aseguro que no tratan a sus mascotas como solemos tratar a las nuestras. Los perros allí están muertos de hambre, por eso cruzaban una carretera de 4 carriles, arriesgando su vida para rebuscar en una basura. Desde aquel día, decidí parar cada mañana antes del trabajo a darles de comer y verificar que todos estén bien. Lo primero que hice fue contactar con la asociación Soi Dog para esterilizar y vacunarlos a todos.

Priya no era una perra que saltaba de alegría al verme, tampoco venía a buscar caricias, era más bien asustona, extremadamente tímida. Sin embargo, siempre aparecía, moviendo la cola, al escucharme llegar. Era muy desconfiada porque algunos de los trabajadores del almacén tratan mal a los perros. Era también muy sumisa con los demás perros y comía lo que le dejaban es decir muy poca cosa. Pero Priya no era rencorosa, regalaba amor y besos a todos sus compañeros de la calle.

Pero en Septiembre del 2019, vi que no andaba nada bien además de estar infestada de garrapatas. Los trabajadores me dijeron que un camión o una pick-up se la había llevado por delante. Por desgracia en este sitio, les pasa a muchos ya que hay mucho trafico de vehículos. Los trabajadores no tienen cuidado y circulan a toda velocidad en la parte trasera del almacén. Intenté acercarme a ella para limpiar su herida pero no me dejó, se alejó con miedo. Llamé nuevamente a la asociación Soi Dog y me dijeron que estaban llenos hasta arriba, que no iban a poder hacer nada más que darme pastillas de momento. Ella necesitaba más que eso.
A la mañana siguiente, no apareció Priya. Se escondió durante una semana. Cuando por fin la volví a ver, iba andando sobre 3 patas, la pata parecía rota, su columna vertebral dibujaba una S y los demás no la dejaban comer absolutamente nada. Estaba quedándose en los huesos y la asociación aun no podía venir a llevársela. A la mañana siguiente fui yo a buscarla para traérmela a casa.
¿Por qué Priya?
En la isla, hay muchos perros callejeros y todos necesitan por igual un hogar. Algunos llevan mejor que otros la vida de callejero, están en mejor estado que otros o han sabido buscar un mejor escondite que otros. Priya, por su carácter tierno, nunca encajó en la calle. Sin embargo, nunca había sido una perra que había considerado adoptar hasta verla en aquel estado.
La que planeábamos adoptar en aquel momento era Suka. Cada día le enseñábamos a subirse en la moto ya que nuestro plan era ver lo que le hacía más feliz a ella. Queríamos que se viniese a casa, que pruebe la vida con nosotros y elija si se quería volver o no cuando la traeríamos a pasear a la playa. Se lo contábamos a todos los que la conocían y se alegraban por todos. Pero un día, ella también desapareció.
A la semana, preocupada, contacté con uno de los miembros de la asociación que vive en nuestro barrio y me dijo que el tenía la perra. Que tras recibir un vídeo de esta perra bajo la lluvia en la carretera, había decidido cogerla y mandarla a su hermana en Inglaterra en Diciembre. Nos quedamos en shock. Nos parte el corazón pero, es mejor así, tiene una familia. Finalmente, Suka se queda a vivir en Phuket así que la vemos casi a diario.

Todo eso para decir que…Priya no tuvo tanta suerte, nadie vino a llevársela. Ella lo necesitaba más que cualquier otro de mis perros en aquel momento así que fue la elegida y aquí sigue con nosotros.
Priya, de perra rescatada a aprendiz de Perro Mochilero.
Traerme a Priya a casa no fue de lo más fácil. No teníamos más que la moto en aquella época así que encontré a una mujer por internet a quien también le encantan los animales que pidió prestado el coche de su vecino para echarme una mano. Cuando llegamos al almacén, Priya estaba escondida. Salude a los demás y apareció. Le puse el collar y la correa, la cogí de un puñado y antes de que se diese cuenta, la metí en el coche.
Durante todo el viaje estuvo temblando, muerta de miedo, la cabeza apoyada en la puerta. Así fue su primera vez en un coche. Llegamos a casa. Priya no quería bajarse del coche así que la tuve que coger en brazo de nuevo. No quería andar, se quedaba tumbada en el césped. La cogí de nuevo en brazo hasta su nuevo jardín.
Allí empezó a olfatearlo todo pero llegó Rich, nuestro Thai Ridgeback desde dentro de la casa. Rich siempre busca intimidar a los otros perros, sobre todo si se meten donde el cree que es su casa y con Priya, lo consiguió. Ella no quería estar cerca de él. Se refugió en una de las plataneras del jardín y no salió hasta el día siguiente.
Durante la noche, decidimos que su nombre sería Priya, lo que creemos que tiene que ver con la inteligencia en tailandés. Por lo que nos comentaron, parece que también significa “ser amado” en los países hinduistas así que nos vale.

Más relajada, salió con nosotros a pasear a la mañana siguiente pero no pasaba del camino que daba a nuestra casa. Al terminar sus cosas, corría en dirección a la casa. Poniendo una toalla en el suelo, conseguimos que se quedase en el porche con nosotros pero al rato volvía a sus plataneras.
El tercer día, se aventuró en casa pero siempre cerca de la puerta de salida. Le patinaban las patas en el suelo del miedo que tenía. Toda esa semana se aventuró un poco más en el salón.

Sin embargo, no quería pisar la cocina. Para nosotros, de momento, no era un problema, ¡al contrario! Al mes, exploró nuestro cuarto, el segundo y, bastante después, la cocina. Iba progresando muy poquito a poco y Rich le enseñó todo lo que sabía. Ahora ya duerme con nosotros, siempre torcida, en su camita.
Con la confianza, empezó a destrozar su toalla y todas las cosas que dejábamos en el suelo: su collar, su correa, calcetines, lencería…aprendimos rápidamente la lección. Le habíamos comprado juguetes pero al igual que su maestro Rich, les tenía miedo. Tenía miedo a los portazos también, a nosotros todavía un poquito, a alejarse de su casa, a Rich cuando quería jugar con ella.
Eso sí, no les tenía nada de miedo a los gatos. Si uno se movía rápido, iba corriendo a por él. Y en casa, ya teníamos 4 gatitos puesto que al mudarnos, venían “de regalo”… Así que tuvo que aprender a convivir con ellos. Le supuso tiempo pero ahora conviven bien dentro de casa. En el jardín… cuando los gatos se corren el uno al otro o se suben a las plataneras corriendo, la tentación es demasiado grande, tiene que correrles.

A pesar de la medicación, no veíamos muchos cambios respecto a su pata, seguía andando sobre tres patas. Cuando por fin conseguimos un sidecar, la llevamos directa al veterinario por segunda vez para esta vez sacarle su cartilla.

A modo de recompensa, la llevamos a la playa, para que explore un sitio desconocido. Era su primera vez en sidecar y su primera vez en la playa. Empezó a meterse en el agua y a correr por la arena. Estaba feliz.
A partir de aquel momento, Priya cambió. Los días siguientes, empezó a apoyar la pata cuando la paseábamos, luego a trotar con 4 patas y ¡ahora corre con sus 4!
Se nota que Priya ha vivido en la calle. Primero porque come cualquier cosa que se encuentra en la calle y eso casi le costó la vida hace poco. Uno de nuestros vecinos puso pollo envenenado en la calle y fue a comérselo. Por suerte, llegué a tiempo al veterinario.
Y segundo porque está siempre atenta al más mínimo movimiento o ruido extraño. Si le damos de comer a uno de los otros 2, aunque esté dormida, se despierta y aparece para ver que le toca a ella. Suele avisarnos también cuando hay serpientes, varanos y ardillas por el jardín puesto que los persigue ladrando.
Priya tiene ahora claro cual es su casa, le encantan los paseos en sidecar y en coche, sigue cazando a los gatos de vez en cuando, disfruta de la playa como nunca con sus 2 amigos Grandu y Rich, le gustan los documentales de animales y se ha hecho un montón de amigos peludos en la playa y en el barrio.

Esa es la historia de Priya, la perrita callejera que lleva ya 5 meses con nosotros. Pero Priya también podría ser tu perrita. Seguro que en tu ciudad hay perros o gatos necesitados, ya sea en la calle o en las protectoras y puedes ayudar. Puedes pasear a los perros de las protectoras ya que seguramente necesitarán voluntariados o puedes darles de comer a los de tu barrio si no puedes adoptar. También nos puedes echar una mano a nosotros con nuestro proyecto de Salva una vida con tus compras online. ¿Qué harás tú?
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